La vuelta al cole

Hola otra vez. La de hoy va a ser cortita.
Volvemos.

Lo de la vuelta al cole se ha convertido en un evento que todo el mundo celebra con muchísimo entusiasmo. En todas las publicidades de las grandes superficies aparecen niños felices de la vida por volver a clase, entusiasmados con sus mochilas nuevas y sus uniformes.
Y yo.... yo no lo veo, qué queréis que os diga. Yo creo que lo arrastro desde niña, nunca me hizo ninguna gracia, y ahora, pues tampoco.

Además este año ha venido prontito. ¿Os habéis dado cuenta de que en Mercadona ya es Navidad en octubre? Pues a mí este año El Corte Inglés me mandó una carta en junio. Vale que adelanten la primavera, pero a ver, señores de El Corte Inglés, eso no se hace. Punto. No se hace. Que en junio aún no hemos terminado ni el curso anterior.

Mi carta de El Corte Inglés, qué majos son
Pero es que llegan los últimos días de agosto y Whatsapp y las redes sociales se llenan de memes de padres eufóricos porque están a punto de soltar a sus niños a los profesores. Todos suuuuper contentos. Y todos tus amigos reenviando, sabes? Que dices: sois muy majos todos, eh?  Que todos esos nanos que soltáis tan alegremente los recogemos nosotros. 
A ver, que yo también suelto a los míos, pero yo suelto dos, y me vienen como 60. A partir de 16 años. No sé yo cómo véis el cambio.

Sale hasta en los telediarios. Todo son reporteros preguntándole a una niña de seis años rubia con rizos cómo lleva lo de volver al cole. Y la niña en plan, yo quiero ir a ver a mis amigos y ya. Pues yo, lo mismo.

Hasta los de El Mundo Today le dedican un artículo (buenísimo, como casi todos los que hacen), que podéis leer pinchando aquí.

Menos mal que se pasa pronto. Luego ya te metes en harina y esa sensación desaparece, en cuanto llegan los alumnos y empiezas las clases en serio (la primera semana, con las reuniones, y esas cosas, es un rollo absoluto).

Pero que conste, frente a todos los profes (que los hay) con mucha ilusión y muchas ganas de empezar el curso, yo reivindico desde aquí a la profesora gruñona que entra arrastrando los pies, a regañadientes.

Feliz reentrada.

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