Última entrada hasta septiembre (y sólo porque se han pasado clorando la piscina municipal, y no podemos bajar a bañarnos). Y algo tenía que hacer.
Supe hace unos días que dos compañeros que han estado este curso con nosotros en el departamento no continuarán este curso que viene en nuestro centro.
No es que esté muy contenta, porque el ambiente en el departamento este curso ha sido increíble (de bueno). Esto es importante, ya que un buen ambiente de trabajo hace que todo fluya mejor. Los alumnos lo notan, nosotros lo notamos, y es mucho más fácil venir a trabajar, y más productivo.
La razón de que no repitan es que otro/s compañero/s que está/n en la bolsa por delante de ellos ha/n elegido la plaza que sale en el instituto, por lo que esta plaza se ocupa, y mis compañeros irán a trabajar a otro centro diferente. Es así como funcionan las adjudicaciones de plazas en los centros para el personal interino o en expectativa de destino (personal fijo que todavía no ha obtenido plaza definitiva en un centro): todo depende de tu lugar en la bolsa de trabajo correspondiente. Es el único factor que se tiene en cuenta a la hora de elegir plaza, y ese orden suele tener que ver con cómo y cuando se ha accedido a la bolsa de trabajo (si fue tras superar una de las pruebas de una oposición, si se abrió una bolsa extraordinaria... etc.).
Y es aquí donde a mí me gustaría que se tuviese en cuenta algún otro factor.
Recuerdo, por si acaso, que este es mi blog personal, y que por lo tanto, lo que vierto aquí es mi opinión personal. Nada más que eso.
Algo que me pasa siempre cuando llegan las adjudicaciones, es que tengo la sensación de que cada curso conocemos a gente fantástica, en lo profesional, pero también en lo personal, que en muchos casos está de paso en nuestro departamento durante un curso o dos, y que nos perdemos ese potencial cuando cambian de centro.
El número de plazas que se ofertan en un centro depende (creo que ya lo expliqué en otra entrada) del número de grupos que tengas, y del alumnado que se matricula en ellos, por lo que puede variar de año en año. Si a eso sumas los cambios en las elecciones que hacen los integrantes de las bolsas, tienes como resultado que los profes interinos pueden ir cambiando de centro cada curso que empieza. A ellos les trastoca, y a los fijos, que cada año cambiamos de compañeros, también. Por supuesto, también hay compañeros interinos que continúan con nosotros, pero siempre hay una pequeña fracción de ellos que va cambiando.
Y lo contrario también ocurre, a veces. Hay compañeros que son un desastre dando clase (todos hemos tenido alguno), o conflictivos, y que querrías que no continuasen, pero eso no depende del centro, a no ser que la situación sea muy grave, y aún así tarda siglos en resolverse, si es que se resuelve. Me gustaría aclarar que esto último ocurre también en algunas ocasiones con los profesores fijos, no sólo con los interinos.
¿Hacia dónde voy con todo ésto? Pues a que en ningún momento se valora el desempeño de la función docente de los profesores para tomar este tipo de decisiones. En la empresa privada, la decisión de si un trabajador continua en un puesto de trabajo, o renueva en el mismo puesto, depende directamente, en principio, de cómo trabaja, y muchas veces de cómo encaja con el grupo de trabajo. O al menos, esto funciona así en las empresas que funcionan.
Algunas comunidades autónomas (Cataluña, por ejemplo, creo) sí que dan a los centros la posibilidad de solicitar a los interinos que estimen oportuno, que repitan en el puesto de trabajo, lo que, en mi opinión, es una buena opción para el centro y para el interino.
No se me escapa que habría que hilar muy fino a la hora de regular esto, porque entraña sus riesgos. Por ejemplo, sería perfectamente posible que un profesor que sea buenísimo, pero que haya tenido enfrentamientos serios con quien toma esa decisión, podría verse perjudicado por un mal informe, y entraríamos en un terreno muy subjetivo, a no ser que la evaluación fuese muy completa y lo más objetiva posible.
Pero, ¿cómo se hace eso? ¿Lo dejamos en manos de la valoración del director, del equipo directivo, del jefe de departamento, de los compañeros, de los alumnos? ¿De una combinación de todos ellos? Es complicado, porque implicaría cambiar el sistema actual, muy cómodo y bastante transparente (aún con sus problemas), porque se sigue el orden de la lista preestablecida, y ya está, por uno que implicaría valoraciones que en ocasiones podrían ser subjetivas o interesadas, pero que bien llevado sería, en mi opinión, más justo para quien trabaja mejor.
Porque la manera en que uno puede entrar en una bolsa de trabajo puede ser muy variada (aprobar un examen de la oposición, pasar por una entrevista o una serie de pruebas, o simplemente apuntarte en una lista para la que reúnes los requisitos de formación), y no todas esas maneras evalúan al candidato de igual manera, ni de lejos.
En otras palabras, el orden de los profesores de una bolsa de trabajo no responde necesariamente, sobre todo si esa bolsa se ha abierto varias veces, bajo condiciones distintas, al mérito real como docentes que tienen esos profesores. Pero eso ocurre exactamente igual con los profesores fijos.
Y, lógicamente, otra implicación de esto sería también que se evaluase al profesorado fijo, cosa que de momento no se hace. Mi sueldo no depende en absoluto de lo buena o mala profesora que yo sea, sino de mi antigüedad, simplemente. Y los destinos que yo puedo elegir, tampoco, sino que dependen de los méritos (académicos y de puestos desempeñados) que yo presente en un momento dado, cuando se convoca un concurso. En ningún momento se tiene en cuenta la valoración del profesorado, porque no se hace.
Hace un par de años se habló en prensa de la posibilidad de evaluar al profesorado, y que esta valoración fuese por productividad, y que ésta afectase a una fracción del sueldo. No lo veo mal, en absoluto, pero, de nuevo, ¿cómo lo hacemos? ¿Qué quiere decir productividad para un profesor? ¿Número de aprobados, de suspensos, de abandonos? Lo veo difícil, ya que, trabajando igual de bien, o de mal, estas cifras dependen muchísimo de las condiciones de cada grupo de alumnos, y además, los que decidimos en última instancia quién aprueba y quién no, somos nosotros, lo que quieras que no podría sesgar un poquito los números.
En fin, que es complicadillo. Pero sigo pensando que el sistema actual deja en el tintero un montón de cosas, para mí la más importante la valoración del desempeño del profesor, que debería estar ahí, contando.
Y que echaré de menos a los compañeros que no repiten este curso próximo, y que espero de verdad que vuelvan pronto, porque ha sido genial trabajar con ellos.
Buen verano, y nos vemos en septiembre.
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