He terminado de explicar el tema de etiquetado a mis alumnos de segundo.
Han salido un montón de cosas de las que hablar (aunque la verdad es que no tenemos mucho tiempo para discutir, que es lo que a mí me gustaría), pero entre eso y un taller de lectura de etiquetas de alimentos que hemos hecho para el día de convivencia del centro, hemos tocado bastantes cositas.
Precisamente a raíz de comprar productos para el taller de las etiquetas, y de leer las etiquetas despacito, me han entrado unas ganas enormes de ponerme a escribir. Y aquí está el producto. Creo que es mitad rebote, mitad servicio público. Ahí lo dejo.
Si empezamos por el principio, habría que decir que la etiqueta es el modo (en principio) más fiable que tiene el consumidor de obtener información veraz sobre el producto para poder hacer elecciones informadas.
Eso sería cierto si:
1) el consumidor leyese las etiquetas
2) si, una vez leídas, las entendiese
3) si algunos fabricantes no se empeñasen en sembrar el camino de trampas (para el consumidor que quiere entender la etiqueta)
Un fabricante no puede escribir en su etiqueta lo que le dé la gana, faltaría más, hay regulación legal. La norma de etiquetado más actual, y la que está en vigor, es un reglamento de la Unión Europea de 2011. Podéis consultarla aquí (1). Digamos que aquí se encuentran las normas básicas para etiquetar. Luego ya nos metemos en cosas un poco más específicas.
Cosas en las que debéis fijaros: la lista de ingredientes. Es obligatorio que figure, y debéis saber que en ella figuran todos los ingredientes que forman el alimento, por orden de abundancia. Esto es, el primer ingrediente que aparece es el que está en mayor cantidad, y luego viene el siguiente, etc. De este modo, con esa lectura, más o menos sencilla, podéis tener una idea de con qué se ha fabricado el alimento.
Lista de ingredientes de Qé! Power (fotografía del envase). Ahora luego la comentamos, que tiene su punto. |
Otra cosa más en lo que fijarse: la tabla de información nutricional (suele ser una tabla, a no ser que haya problemas de espacio). La información que proporciona es la composición en energía y nutrientes del alimento, en tanto por cien (obligatorio), y a veces por porción de alimento. En este caso, el fabricante debe indicar a qué cantidad corresponde una porción. Ojo con los tantos por cien, porque a veces, el producto no tiene exactamente 100 g o 100 ml, sino 200, o 330, con lo que para saber, por ejemplo, qué cantidad de azúcar estamos tomando, habría que hacer un pequeño cálculo.
Información nutricional galletas Rústica Avenacol. Fuente: http://www.avenacol.es/galletas-con-avenacol |
Con esas dos cosas que miréis, ya podéis ir teniendo una idea general sobre qué clase de cosa os estáis comiendo.
Pero no todo puede ser tan fácil, lo siento. La cosa se complica un poco, porque resulta que hay otra norma europea, ésta de 2006 (podéis consultarla aquí (2)), que permite al fabricante, de forma voluntaria, explicarnos en el envase las cualidades maravillosas que tiene su producto. Quiero decir, un fabricante no puede escribir en el envase lo que se le antoje, debe cumplir ciertas normas, pero esto le abre la puerta a describir un poco más su producto.
Estas cosas que nos dice el fabricante pueden ser de dos tipos:
- información sobre qué nutrientes contiene (o no contiene, o contiene en mayor o menor cantidad) su alimento. Ya está. Sólo eso. "Mi producto es fuente de tal" "Alto contenido en X". Pero ya está, sólo informa de cantidades de nutrientes. A esto le llamamos Declaraciones Nutricionales.
Éste es un clásico: Bollycao informando de que nos aporta el 50% del hierro necesario al día. Foto: envase de Bollycao Mini |
- información de la relación entre alguno de los nutrientes y la salud del consumidor. Por ejemplo "el consumo de X favorece la reducción del colesterol". Por supuesto, el alimento en cuestión contiene el nutriente X. Y a esto le llamamos Declaraciones de Propiedades Saludables.
Declaración de propiedad saludable. Foto: envase de galletas Rústica Avenacol |
Y aquí, señoras y señores, es donde nos liamos. O nos la lían, ya me daréis luego vuestra opinión. Si queréis lo vemos con un par de ejemplos, que es más bonito.
Empezamos con una cuestión muy facilita de comparar, y muy rápida: si yo os preguntase cuál es mejor producto, entre un zumo de naranja y un refresco de cola ¿qué me responderíais?
Si me conocieseis sabríais que hay truco, pero haced como que no. La inmensa mayoría de las personas apuntarían al zumo como más saludable, de hecho está presente en muchísimas meriendas, o desayunos, y pocas personas piensan en desayunar con Coca... esto... refrescos. ¿Miramos la composición nutricional de los dos?
Foto: Lata Coca-cola |
Foto: Zumo de naranja Don Simón |
Es fácil de ver, pero os lo resumo: las diferencias son un 0.6% más de azúcar para el refresco, un 0.6% de proteína para el zumo, y 0.01% de sal más para el zumo. 3 kcal más para el zumo (por 100 ml). En otras palabras: son básicamente productos muy parecidos, desde el punto de vista de su composición nutricional.
¿Me vais a preguntar por las vitaminas del zumo? No sé si justifican un chute como ése de azúcar, sinceramente. Pensad que en un vaso de 200 ml, os tomáis 20 gramos de azúcar (el máximo recomendado por la OMS es de 25g al día). Mejor tomaos la naranja entera. Y ahora no me la liéis, eh? Que lo veo venir. No estoy diciendo que el refresco sea igual de saludable que el zumo. Estoy diciendo que mejor si empezáis a pasar de los zumos.
Otro ejemplo: nos vamos a meter con las galletas de antes. Rústica Avenacol. Súper buena idea, no? Un producto que me ayuda a controlar, bueno, el fabricante me dice que a reducir el colesterol. Bueeenoooo, el fabricante me dice en el envase que:
¿Sí? ¿Lo lééis? Además, si miráis unas cuantas fotos más arriba, hablan de que para percibir el efecto, hay que consumir 3 g de betaglucano al día. Tooodos los días. Esto no lo pone el fabricante porque quiera, es que le obliga la norma. Pues vamos a seguir leyendo:
¿Hacemos el cálculo? Si he de tomar 3 g de betaglucano al día, y para tomar 1 g he de consumir 6 galletas.... A vosotros no sé, a mí me salen 18 galletas al día. A ver cuándo me como yo eso. Pero podemos seguir, porque hay más. Si miráis la tabla nutricional que os he puesto antes (que es de las mismas galletas, lo he hecho a propósito!!!), veréis que cada galleta contiene 1,8 g de azúcar. Multiplicando por 18 (las galletas que me he de comer al día), me salen 32,4 g de azúcar diario. O sea, que las galletas me arreglan el colesterol, pero me joden arruinan la glucemia. No sé si sale a cuenta.
He dejado para el final mi preferido de hoy. Lo había visto en Twitter, y ayer lo vi en el supermercado y no he sabido resistirme (a comprarlo para el taller, no me lo he comido, ahora veréis por qué). Acaba de salir un producto nuevo de la marca Qé, que se llama Qé Power. Sólo el nombre ya promete. Os enseño el envase:
Que resulta que es bollería industrial, pero le han puesto taurina, vitaminas del grupo B, hierro, y magnesio. A ver... ¿cómo es posible que esto lleve vitaminas? Pues es muy fácil: la norma me dice que, para poder decirlo en el envase, debe llevar al menos el 15% de la cantidad de la vitamina o el mineral que se necesita al día. Pues se lo añado, ¡¡y ya lo puedo poner en la etiqueta!!.
Eso da al consumidor una vaga idea de producto saludable, aunque siga siendo lo que es, bollería industrial. Y la taurina... ni caso. La EFSA le ha denegado las declaraciones en el envase porque no ha demostrado que proporcione más energía, ni nada. Lo podéis leer pinchando aquí (3).
Sobre lo del 15% que hablábamos antes: esa es la razón de poder ponerle en la etiqueta al bollycao que aporta el 50% de hierro diario. Se lo han añadido, pero eso no cambia la naturaleza del producto. Sigue siendo un bollycao, y ya sabemos lo que eso significa, verdad?
Más cosas:¿véis la lista de ingredientes de la primera foto de la entrada, la morada? Pues son los ingredientes de Qé Power. Leed: primer ingrediente (el más abundante): azúcar. Segundo ingrediente: grasa vegetal totalmente hidrogenada... un amor de producto, vamos. Por eso no me lo he comido. Y vosotros tampoco deberíais.
Y para terminar con Qé Power, y con el rollo que os estoy soltando: mirad, que esto es lo mejor. Por favor, leed el texto, no vais a arrepentiros.
Parece que el de marketing de Donuts (la empresa propietaria, y lo sé porque lo pone en el envase) se ha puesto literario. A saber qué se ha tomado antes de escribir esto. Yo creo que un par de paquetes del producto, para inspirarse. Y ahora volved a leer lo que os he subrayado en rojo en la imagen. Parece que hay pocas cosas más malvadas que la malvada industria alimentaria, pero sin duda alguna, una de ellas es el profesorado. Si no, de qué va a escribir eso el de marketing de Donuts.
Una cosa os digo (sobre todo a mis alumnos): si estáis en mis clases y no podéis más, de verdad, salid. Id al baño. A por agua, a pasear por el pasillo, a tomar el aire. Tenéis mi permiso. De verdad, no os voy a perseguir, ni nada. Pero por favor, no os metáis en el cuerpo un paquete de eso, y sobre todo, (y esto va para Donuts), no nos pongáis como excusa.
NOTA: si os va el rollo de las etiquetas, en el blog del instituto hemos hecho una entrada explicándolas un poco más a fondo. Os dejo el enlace aquí, por si acaso: http://thegoodfoodtheory.blogspot.com.es/2018/01/entendiendo-el-etiquetado-de-los.html
FUENTES
(1) REGLAMENTO (UE) No 1169/2011 DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL CONSEJO
de 25 de octubre de 2011
sobre la información alimentaria facilitada al consumidor.
(2) REGLAMENTO (CE) No 1924/2006 DEL PARLAMENTO EUROPEO Y DEL CONSEJO
de 20 de diciembre de 2006
relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos
(3) EU Register on nutrition and health claims
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