Probablemente, a estas alturas ya os habréis dado cuenta de que soy funcionaria.
Convertirse en funcionaria es un problema, porque, fueses como fueses antes de aprobar la oposición, esta transformación implica irrevocablemente pasar a ser una persona perezosa y acomodada, sin aspiraciones o ambición. Tengo trabajo de por vida, así que para qué me voy a esforzar, verdad?
Además, soy del peor tipo de funcionaria que se puede ser (por detrás, claro, de los funcionarios de ventanilla). Soy profesora, lo que implica que tengo muchas vacaciones, y mucho tiempo libre. Por favor, tomad nota los que estéis dudando sobre si vais a opositar a educación, porque éste es el factor determinante.
Y por si faltase poco, soy profesora de Formación Profesional. Una pasada. En el tercer trimestre, mis alumnos de segundo se van a las prácticas (si aprueban todos, pero eso lo decido yo, sabéis?), con lo que ¡no tengo que darles clase!
Sabiendo que en mi persona se combinan estos tres factores, imaginad la clase de persona que soy. Una joya.
El día 16 de junio, acabaron las clases de este curso. Por si no lo sabéis (aunque lo sabe todo el mundo), parece que esto quiere decir que yo ya estoy de vacaciones. Cuando digo que lo sabe todo el mundo, quiero decir todo el mundo, incluyendo a mi peluquera, los de la panadería, los otros padres de la clase de mis hijos, pero también amigos míos de toda la vida, que ya me conocían antes de opositar, y me siguen tratando y todo, pese a mi transformación.
Vamos por partes.
Mi horario. Tengo un horario fantástico, de 37 horas y media semanales, de las cuales sólo 25 se hacen en el centro obligatoriamente, y de las mismas, 20 son lectivas (o sea, de clase), como mínimo. Eso quiere decir que doy el equivalente a 20 conferencias de una hora a la semana, ante un público que no sólo no ha comprado entradas para mi conferencia, sino que en muchos casos preferiría estar en cualquier parte, menos escuchándome. A veces lo único que les impide huir es el hecho de que les importe aprobar el módulo.
Por otro lado, es conveniente tener algo preparado para hacer algo en clase durante estas 20 horas, porque de lo contrario, sería un poco raro tener a los alumnos allí parados. No pasa nada, siempre tengo el recurso de ponerles un trabajo que los tenga entretenidos un rato. Luego puedo irme tranquilamente a mi casa, porque, como todo el mundo sabe, los trabajos se corrigen solos. Los exámenes también. Los temas y sus actividades también se preparan solos.
Lo olvidaba, de vez en cuando hay reuniones. De jefes de departamento, tutores, reuniones de departamento, de equipos educativos, de evaluación, claustros, y si ya te metes en más fregados, de consejo escolar o comisiones varias (calidad, reglamento de régimen interno, convivencia, etc). Pero es un ratito sólo. No hay que darle importancia.
Mis vacaciones. En cuanto suena el último timbre del último día de clase, los institutos se vacían por completo. Los talleres, los laboratorios, etc., están impecables al acabar el curso, por lo que no es necesario invertir tiempo en ordenarlos/limpiarlos o lo que sea. De todos modos, en los centros educativos hay personal de limpieza que puede encargarse de eso sin necesidad de que los profesores aparezcamos por allí para nada.
Algo que sí hacemos durante estos días de julio es interesarnos por nuestros horarios para el curso que viene. Pero porque nos conviene, eh? Que hay que organizarse la jornada para todo el curso y hay que tenerla apañadita.
También lo olvidaba. En este periodo hay que atender los exámenes extraordinarios (porque ya no son en septiembre, para qué les vamos a dar más tiempo para estudiar si total van a suspender igual antes o después de verano), las pruebas de acceso a ciclos, los exámenes libres, y creo que no me dejo más pruebas. Ah, sí, la PAU. Algunos compañeros altruistas acompañan a los alumnos que se presentan a la PAU por si necesitan algo.
También ponemos a punto las programaciones para los módulos que vamos a impartir durante el curso siguiente. Pero no hay prisa, porque pueden prepararse también en septiembre. Las memorias, seguimientos, etc., sí que corren más prisa.
También ponemos a punto las programaciones para los módulos que vamos a impartir durante el curso siguiente. Pero no hay prisa, porque pueden prepararse también en septiembre. Las memorias, seguimientos, etc., sí que corren más prisa.
Y ya los más valientes (éstos no sé yo si deberían considerarse funcionarios, porque ponen demasiado interés) hacen cursos de formación y reciclaje.
Voy a hacer una concesión aquí: tengo vacaciones en Navidad, Fallas y Pascua. Por supuesto, también en el mes de agosto. Podéis quejaros en los comentarios de la entrada, y también en el correo electrónico del contacto del blog. Os contestaré, que tengo mucho tiempo libre.
¿Qué más? Ah, sí, lo de estar acomodado. Un interino, o un funcionario de carrera en expectativa de destino, puede muy bien trabajar cada año en una localidad distinta de la comunidad autónoma que le toque, incluyendo las diferentes provincias que la compongan. Después de unos tres o cuatro años (en el caso de los funcionarios de carrera) o muchos más (en el caso de los interinos, lo que incluiría aprobar una oposición), puedes estabilizarte en tu puesto de trabajo. Que puede estar en una localidad diferente a aquella en la que vive tu familia, incluyendo las otras provincias, y en ocasiones en otra comunidad autónoma. Dicen que se han dado casos. Pero bueno, lo de viajar está bien.
Por supuesto, lo de dar siempre los mismos módulos y poder rentabilizar el trabajo de años anteriores va después de todo esto que os acabo de contar.
Podría seguir, pero he de acostarme. Mañana tenemos claustro para decidir en qué vamos a perder el tiempo el curso que viene.
Voy a hacer una concesión aquí: tengo vacaciones en Navidad, Fallas y Pascua. Por supuesto, también en el mes de agosto. Podéis quejaros en los comentarios de la entrada, y también en el correo electrónico del contacto del blog. Os contestaré, que tengo mucho tiempo libre.
¿Qué más? Ah, sí, lo de estar acomodado. Un interino, o un funcionario de carrera en expectativa de destino, puede muy bien trabajar cada año en una localidad distinta de la comunidad autónoma que le toque, incluyendo las diferentes provincias que la compongan. Después de unos tres o cuatro años (en el caso de los funcionarios de carrera) o muchos más (en el caso de los interinos, lo que incluiría aprobar una oposición), puedes estabilizarte en tu puesto de trabajo. Que puede estar en una localidad diferente a aquella en la que vive tu familia, incluyendo las otras provincias, y en ocasiones en otra comunidad autónoma. Dicen que se han dado casos. Pero bueno, lo de viajar está bien.
Por supuesto, lo de dar siempre los mismos módulos y poder rentabilizar el trabajo de años anteriores va después de todo esto que os acabo de contar.
Podría seguir, pero he de acostarme. Mañana tenemos claustro para decidir en qué vamos a perder el tiempo el curso que viene.
NOTA: No creo que haga falta glosario para entender la entrada de hoy, pero por si acaso alguien se ha despistado y coge las cosas por donde no toca, os dejo un par de definiciones del Diccionario de la Lengua Española, de la RAE (Real Academia Española © Todos los derechos reservados).
Del lat. ironīa, y este del gr. εἰρωνεία eirōneía.
1. f. Burla fina y disimulada.
2. f. Tono burlón con que se expresa ironía.
3. f. Expresión que da a entender algo contrario o diferente de lo que sedice, generalmente como burla disimulada.
sarcasmo
1. m. Burla sangrienta, ironía mordaz y cruel con que se ofende o maltrata a alguien o algo.
2. m. Ret. Empleo de la ironía o burla del sarcasmo con fines expresivos.
No podías haberlo definido mejor. Enhorabuena
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