No sé si es bueno que escriba esto hoy, así en caliente. Ya os prevengo.
Tengo pendiente una bronca con algunos de mis alumnos (pocos, pero algunos). Pero ya que estoy, la voy a hacer extensible a todo aquel que lo lea y quiera sentirse aludido. Para el futuro, y tal.
Hoy va de extraescolares. Os cuento un poco el proceso: cuando un profesor se plantea montar una actividad extraescolar (podéis cambiarlo por complementaria si queréis, yo sigo sin aclararme mucho) se mete en un pequeño (o grande, depende) follón organizativo.
En primer lugar, al menos en mi caso, suelo preguntar a los alumnos si les parece interesante la actividad. Es básico, porque a partir de entonces vas a dedicarte a molestar y a pedir favores a varias personas, por lo que suele ser interesante que la cosa valga la pena. Supongamos que sí, que les parece interesante: vamos al segundo paso.
Llama a la fábrica/institución/ponente/persona que va a atenderte y véndele la idea estupenda de que vamos a invadir su espacio de trabajo durante una mañana con un grupo de alumnos de instituto (en número y de edades variables) o, mejor aún, que va a desplazarse hasta tu centro para encontrarse con ese mismo grupo de alumnos. Sorprendentemente, a las personas de fuera de la enseñanza les suele apetecer este tipo de cosas, por lo que es raro que te digan que no, a no ser que realmente no puedan.
Dicho esto (paréntesis): en la industria alimentaria sí que está empezando a haber más dificultades, ya que las normas de higiene alimentaria y las de seguridad en el trabajo hacen que no sea tan fácil que nos enseñen las instalaciones a pie de máquina, como nos gustaría, por lo que en los últimos cursos hemos tenido que buscar un poco más a fondo. No queremos que los alumnos vean la planta desde una pasarela acristalada, y, si puede ser, nos gusta que nos enseñe la fábrica un técnico, y no un comercial, dado el perfil de nuestros alumnos. Bueno, sigo.
Intenta cuadrarlo en un día en que no haya exámenes cerca (porque los profes necesitan las horas para acabar el tema, y los alumnos no te harían ni caso, o pasarían de la actividad) y que le venga bien a esa persona/fábrica, etc. Evita también otras actividades programadas por el centro, si las hubiese. Supongamos que sí, que encuentras fecha que les viene bien a las dos partes. De nuevo, siguiente paso.
Busca un autobús (si se necesita), pide presupuesto (si puede ser, que haga factura electrónica, ya hablaremos de eso otro día). Habla con la administración del centro por si puede cubrir una parte, para que a los alumnos no les cueste tanta pasta, porque esto es un factor que suele hacer que los alumnos decidan no ir. Si eso ocurre, ten en cuenta que tendrás que volver a dividir el coste entre los alumnos que sí van, con lo que el precio sube (matemáticas básicas). Supongamos que todo acopla. Siguiente paso.
Solicita la autorización al centro, para que todo esté cubierto por el seguro. No suele haber problema en esta parte, siempre que la visita se haya previsto con la suficiente antelación, y haya pasado por el consejo social (o escolar, depende del centro).
Habla con todos los profesores que le dan clase al grupo: algunos querrán ir, otros no querrán, otros perderán clase, y a veces tendrás que cambiarles sus horas por las tuyas, si van muy apurados de tiempo. O cubrir las guardias de los que se van.
Prepara autorizaciones para que las firmen los padres de los menores de edad (aunque sean tíos que te sacan dos palmos y salen más que tú por la noche, pero la norma es así), o si algún alumno decide ir por su cuenta.
Actualiza las listas de los alumnos que acudirán a la visita (por favor, no lo llaméis excursión, no lo soporto, excursión es irse de picnic a Portaceli, y no es el caso), y cruza los dedos para que no suba mucho de precio y no tengas bajas, porque entonces el precio subirá más, y acabará convirtiéndose en un círculo vicioso.
Y así, si todo cuadra y nada se te olvida o se tuerce, llega el día de la visita. Que el autobús llegue a tiempo, que sepa llegar (y tú también) al lugar de la visita, que no haya ningún percance, que tus alumnos se comporten (yo nunca he tenido problemas en este sentido), en resumen que vaya todo bien, y que la visita mole.
Y (ahora viene la bronca) asume que, al final, tratas con alumnos. Y eso quiere decir que siempre, siempre, siempre, vas a tener una fracción de los mismos (ojo, sólo una fracción, la mayoría se comporta estupendamente) que te la lía. Es así de simple, y hay que aceptarlo. Lo que no quita que te cabree.
Hay varios tipos:
- El que le parece que el precio es excesivo y no va a venir. Normalmente no lo expresa con estas palabras. Lo que no piensa es que entonces, el precio subirá para sus compañeros. Hay casos en que realmente el alumno no puede costearlo, pero en muchos casos, la persona que está hablando contigo lleva un móvil mejor que el tuyo. No digo más.
- El que vive/veranea cerca y decide que irá a la ida con el autobús, pero a la vuelta no, o al revés. Es un rollo, pero puede preverse, se tiene en cuenta y ya está (con las autorizaciones correspondientes de por medio, claro).
- El imprevisto en estado puro: se pone enfermo, o le llaman para trabajar unas horas antes, o no puede llegar por la causa que sea, o se pierde yendo por su cuenta. Dependiendo del caso, es comprensible, y por lo tanto disculpable. Si es medianamente responsable, te lo advertirá en cuanto lo sepa.
- Y mi preferido: el que sigue todo el proceso estupendamente, sin ningún problema, y simplemente desaparece el día de la actividad. Ya está. Y tu haciendo esperar al autobús, o al ponente, y a los compañeros, claro. Sin mensajes de por medio, ni razones, ni, por supuesto, explicación posterior. Ni disculpas. Algunas las espero desde hace más de un curso, y más de dos. Éste es un cabreo añejo.
Y en este caso, me vais a perdonar, pero ahí voy a saco. No por el trabajo que hacemos nosotros. Faltaría más. Pero es que, como ya he explicado, para llegar hasta aquí hemos tocado muchas teclas, y molestado a muchas personas. Personas que dejan de hacer su trabajo habitual para atendernos (y me da igual que sea el jefe de producción, el de calidad, o un ponente que viene al centro; el tiempo de las personas, de cualquier persona, es muy valioso, y hacer que lo pierdan es una falta de respeto).
Y si vas a faltar en esas condiciones, por que yo lo valgo, que sepas que me parece una falta de respeto, no hacia mí, sino lo que es peor, hacia personas a las que yo he molestado para que nos atiendan. Y a veces, esa persona ni se entera. Y a veces sí. Pero esa no es la cuestión. La cuestión es valorar el tiempo de los demás al menos tan bien como valoramos el nuestro. Que a lo mejor vale más.
Y por supuesto, si eso va a pasar, por lo menos ten el valor de venir a decírmelo, si puede ser en persona. Para que yo también te lo pueda explicar. Para que no tenga que hacerlo en clase, ante los compañeros que sí han venido cuando tocaba, y que no les toca escuchar la bronca. Para que te puedas cabrear en directo cuando te eche la bronca (que también pasa). Y así estaremos empatados.
No es la primera vez que pasa, ni será la última, ya os digo que esto hay que asumirlo. Pero me cabrea profundamente. Sobre todo el último caso.
Pero, ¿sabéis qué pasa?, que detrás hay una amplia mayoría de alumnos que viene, participa, y aprovecha la actividad, y encima te dice lo guay que ha sido. Y por eso, cuando dices que no te metes en más follones, lo dices con la boca pequeña.
Bueno, pues ya está. Ya me lo he sacado. Que conste que os lo había advertido.
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