Pues eso, que hay días mejores y peores, y hoy no es uno de los días buenos.
Veréis, acabo de saber que van a expulsar a una de mis alumnas cinco días del centro. Cautelarmente, hasta que se resuelva su expediente. Lo que quiere decir que vendrá algo más después.
Para aquel que no esté familiarizado, cuando un alumno comete una falta de disciplina en el centro, se le abre un expediente. Se nombra un instructor (yo misma he sido instructora de algún expediente por fumar dentro del centro), que se entrevista con el alumno y con el profesor que puso el parte de conducta, y con las otras partes, si es que existen, y con el reglamento en la mano establece la sanción para el alumno objeto del expediente. Pero en ciertos casos, si las circunstancias lo aconsejan, puede haber medidas cautelares, es decir, medidas inmediatas que se ejecutan sin esperar a la resolución del expediente. Esas circunstancias se dan cuando hay una agresión, o riesgo de que se repita, en fin, esas cosas.
A lo mejor pensáis, pues no es para tanto. Debe ser normal en un centro educativo. Pero yo no estoy muy acostumbrada a estas cosas. Por la razón que sea, mi especialidad es muy tranquila. No he vivido agresiones, al menos en primera persona, ni entre mis alumnos. No ha habido expulsiones, que yo recuerde ahora mismo, y llevo aquí ya muchos años. Oigo hablar a otros profes sobre ambientes en los que hay más agresividad, y pienso que soy una privilegiada por no tocar ese ambiente.
A lo mejor pensáis, pues no es para tanto. Debe ser normal en un centro educativo. Pero yo no estoy muy acostumbrada a estas cosas. Por la razón que sea, mi especialidad es muy tranquila. No he vivido agresiones, al menos en primera persona, ni entre mis alumnos. No ha habido expulsiones, que yo recuerde ahora mismo, y llevo aquí ya muchos años. Oigo hablar a otros profes sobre ambientes en los que hay más agresividad, y pienso que soy una privilegiada por no tocar ese ambiente.
La verdad es que no sé muy bien qué ha pasado. Parece que hubo una agresión (hacia ella, me dijeron en un primer momento), o una pelea, no lo sé exactamente, con otras dos alumnas de otra especialidad diferente a la nuestra. Parece ser que no partió de ella, y que las alumnas que empezaron ya han tenido otros líos antes. Pero en este caso, supongo que ella no se quedaría quietecita. Ni calladita. No es de ésas.
No he tenido clase con ella desde entonces. Nos hemos cruzado en el pasillo, pero no era lugar para preguntarle. Así que no sabía cómo estaba el tema, hasta que su tutor nos ha dicho que la expulsaban.
Mi alumna se llama María. No, no se llama María, pero en este texto se va a llamar María, supongo que lo entendéis. No la conozco demasiado a fondo, sólo le doy dos horas de clase a la semana, pero algo hemos hablado. Es de estas personas que a veces viene, a veces no, y lo mismo está seria ("movidas mías, Ana"), que no puede parar de reírse en clase. No es capaz de callarse, y de tres palabras que dice, cuatro son tacos. La primera impresión que te llevas es de una persona dura, un poco trasto, pero yo creo que no lo es tanto.
Creo que he perdido la cuenta de las veces que le he dicho que no puede decir todo lo que se le pasa por la cabeza, y que vigile su vocabulario (tal vez yo no sea precisamente la mejor persona para dar consejos sobre el uso del vocabulario, pero bueno). Y siempre me contesta lo mismo: "Ana, el día que yo me quede callada, es que algo malo me pasa", o "Ana, si no digo tacos, no soy yo". A veces le gusta lo que le propones en clase, a veces no, y no tiene pelos en la legua a la hora de decírtelo. María no se corta.
Pero participa. Debate en clase, y no duda en pedirte problemas de refuerzo, si los necesita (y en reñirme, cuando se me olvida enviárselos). Cuando me cruzo con ella en el pasillo, siempre tiene algo que decirme, en serio o en broma. Y le gusta escuchar música. Música, he dicho. Lo que lleva en los cascos mola, lo sé porque hemos hablado de eso, alguna vez.
En resumen, que me cae bien. Y eso no quita para que le eche la bronca cuando llega tarde, o que la amenace con no entrar la próxima vez. Y no le sienta nada bien. En esos momentos, me mira mal, y me reta un poco. "Si no quieres que entre, me voy". Sabe que no es eso, pero no puede evitar decírmelo. Y yo también lo sé, pero aún así se lo explico. No es que no quiera que entres, María. Yo quiero que vengas a clase, pero que vengas a tiempo. Y te lo he de decir, es mi trabajo.
Y en eso estamos. Ahora está expulsada cinco días. De entrada. Veremos lo que viene después. Veremos (espero que no) si la cosa no se complica.
Porque no sé lo que ha hecho, pero ahora mismo, no sé si la mejor medida con María es mandarla a casa. Está claro que hay conductas que tienen que tener una respuesta. No hay duda de eso, hay cosas que no hay que dejar pasar, pero no sé si es buena idea que no venga al centro. No sé si no provocará un poco de efecto rebote. No en el sentido de que venga agresiva, no me refiero a eso (tampoco la veo así, sinceramente), sino a que influya en su actitud en clase.
Esta semana no la veré en clase, pero si la viese, me gustaría hablar con ella.
No sé qué le diría, sinceramente. Tal vez que debería haber pasado del tema, o haberse callado, o tal vez no, no sé. Ya os digo que no sé exactamente qué ha pasado.
Sólo que estoy un poco enfadada, y preocupada. Tampoco sé con quién, si con ella, con las otras chicas, con la decisión de expulsarla. Es más bien una sensación general que algo concreto. Pero bueno, escribirlo ayuda.
A lo mejor se lo digo a María. Lo de probar a escribir. Tal vez funcione.
A lo mejor se lo digo a María. Lo de probar a escribir. Tal vez funcione.