Llevo 16 años dando clase (madre mía, llevo 16 años dando clase!!!).
En todo ese tiempo, he tenido la oportunidad de conocer a muchos tipos de docentes. Por suerte para mí, cuando entré en esto, mis compañeros de entonces (algunos de ellos siguen siendo mis compañeros aún) me ayudaron muchísimo.
Creo que ya lo he contado alguna vez, pero en mi departamento no utilizamos libros de texto. Elaboramos nuestro propio material, lo que supone una cantidad increíble de horas de trabajo invisible para el alumno, y por supuesto para el resto de compañeros, a no ser que te fijes bien. Una vez has rodado material un par de cursos (si tienes la suerte de repetir módulos), la verdad es que tienes una base bastante estable, y vas modificando pequeñas partes de las unidades, o las actividades, o lo que sea. Que lleva bastante trabajo, pero se puede llevar. O te da por cambiarlo de arriba a abajo, también nos pasa a veces.
Pero el primer año es infernal. No tienes ni idea de dónde te has metido, y casi vas al día preparando materiales, a veces estudiándote cosas que no habías visto nunca antes, pero que no tienes más remedio que explicar en clase. A veces para el día siguiente. Os sorprendería saber algunas cosas que tienen que prepararse algunos profes para sus clases, y el esfuerzo que eso supone a veces.
Pero bueno, a lo que iba. Veo impresionante que los compañeros se vuelquen en ayudarte. Porque eso no siempre sucede, sabéis? Del mismo modo que conozco compañeros alucinantes que comparten todo lo que hacen, también he convivido con docentes que protegen sus apuntes como si fuesen incunables, y que no lo transmiten a otros compañeros ni de casualidad. Que la mayor de las ayudas que hacen es pasarte la programación y dejar que te apañes con ella. No es obligatorio, claro. En ningún lugar está escrito que debas dejarle el material a otros para que trabajen con él. Pero para mí es chocante, la verdad, en una profesión en la que se supone que estamos aquí para ayudar a otros a construir conocimiento.
¿Por qué sucede eso? Pues exactamente no lo sé. Tal vez estimen que han destinado mucho tiempo a trabajar en sus materiales, y que no es justo que otro los aproveche sin más. Puede ser. Tal vez ven al resto como competidores (no olvidemos que nosotros nos disputamos el puesto de trabajo en una serie de exámenes, en la que se lleva la plaza el que mejor nota saca). Supongo que son razones tan buenas como cualquier otra.
Paréntesis: como en todas las profesiones, también hay sanguijuelas profesionales. Profes que, si pueden evitarlo, no se molestan en elaborar nada si pueden conseguirlo de otros. Pero éstos (como los anteriores) se detectan enseguida, y la verdad es que son poca gente. En general, en la enseñanza somos bastante de compartir, aunque haya algunos casos en que esto no suceda.
Por eso, cuando empecé a leer blogs de divulgación, hace ya un tiempo, me pareció alucinante la capacidad de compartir que tienen las personas que los escriben. Gente que se marca entradas que contienen más información (y más contrastada, y más actualizada) de la que hay en muchos libros de texto. Con referencias, enlaces, vídeos, podcasts, etc. Y que saben muchísimo.
Y que, además, no sólo no les molesta que utilices lo que escriben (siempre que les cites, claro, pero eso es lo habitual, hay unas normas mínimas para jugar a esto, y hay regulación legal), sino que están encantados. Les pides permiso a a algunos de ellos para utilizar los blogs en clase, y no sólo son muy rápidos y muy amables al contestar, sino que te dan las gracias por hacerlo. Te dan las gracias. Como suena. Es para pensarlo, eh? La verdad es que proporcionan un material brutal para el debate, y también para tratar temas puntuales o introducir contenidos.
Para que aprendamos, en más de un sentido, también en el literal. Sin necesidad de comprar sus libros (que también los tienen, y son tan buenos como sus blogs) o de pagar un curso para conseguir sus apuntes (que también lo hacen).
Y con esto también se exponen, cosa que no hay que menospreciar.
Pensadlo: cuando yo entro en clase y me pongo a hablar, me expongo ante una media de 20-30 alumnos, más o menos. Además, lo habitual (aunque en FP puede pasar de todo) es que tus alumnos sepan menos del tema que tú, con lo que si metes la pata, lo sabes tú (o no), y ya depende de tu criterio buscarte la vida para arreglarlo. Lo lógico es que lo hagas, pero depende de ti. Pero en la mayoría de los casos, digamos que la probabilidad de que te saquen los colores es baja, si te lo trabajas lo suficiente.
En el caso de la gente que divulga, eso no es así. Desde el momento en que deciden subir sus artículos a la red, se arriesgan a que cualquiera pueda contradecir públicamente lo que explican (con o sin razón).
Tened en cuenta que, cuando hablamos de fabricación y control de alimentos, seguridad alimentaria o nutrición (materias todas ellas que imparto en clase, y me encantan), el entorno es completamente cambiante. Desde la normativa hasta la tecnología, pasando por lo que se sabe en un momento determinado, desde el punto de vista científico (que no siempre es igual, lo que se sabe, quiero decir). Y se convive continuamente con una nube de desinformación inmensa que está en todas partes y llega a todo el mundo, ya sea desde la familia (todos tenemos un familiar que sabe más que tú, aunque hayas estudiado Ciencia y Tecnología de los Alimentos), o desde los medios de comunicación, que ahí hay para escribir un libro, o varios.
Y hay gente escribiendo de todos los estilos, desde gente muy seria y muy rigurosa, hasta personas que se lo toman con mucho humor, y que son una risa, pasando por personas que escriben una entrada a partir de una anécdota sin importancia, y te dan una clase de etiquetado, seguridad alimentaria, tecnología de los alimentos, o lo que sea, así como si nada.
Así que este curso, yo he empezado de forma distinta a lo que hago habitualmente: lo primero que he hecho ha sido pasar a los alumnos una lista de blogs o webs a seguir (si quieren), con sus cuentas de redes sociales incluidas. Y ¿sabéis qué? Algunos de mis alumnos los siguen (sorpresa), y les encanta. Y vienen a clase muy puestos en algunas cosas, y me envían enlaces por correo, y comentamos cosas en clase, y lo utilizamos para discutir. O sea, que funciona. Que se puede ir por otros caminos a donde yo quería llegar. Y a veces llegan ellos solos. A veces, hay diagramas, o gráficos, o entradas, que llevo a clase, y ellos (algunos), lo han visto ya en su casa. Porque quieren.
No sustituye totalmente a lo que hacemos normalmente en clase, tenemos un temario que cumplir, pero de verdad que ha cambiado en parte la forma que tengo de abordar las clases. Y sólo por eso, merecía la pena.
Y ahora lo tengo más que claro, cristalino, el que no comparte, pierde. Mucho más de lo que piensa.
Por eso, cuando empecé a leer blogs de divulgación, hace ya un tiempo, me pareció alucinante la capacidad de compartir que tienen las personas que los escriben. Gente que se marca entradas que contienen más información (y más contrastada, y más actualizada) de la que hay en muchos libros de texto. Con referencias, enlaces, vídeos, podcasts, etc. Y que saben muchísimo.
Y que, además, no sólo no les molesta que utilices lo que escriben (siempre que les cites, claro, pero eso es lo habitual, hay unas normas mínimas para jugar a esto, y hay regulación legal), sino que están encantados. Les pides permiso a a algunos de ellos para utilizar los blogs en clase, y no sólo son muy rápidos y muy amables al contestar, sino que te dan las gracias por hacerlo. Te dan las gracias. Como suena. Es para pensarlo, eh? La verdad es que proporcionan un material brutal para el debate, y también para tratar temas puntuales o introducir contenidos.
Para que aprendamos, en más de un sentido, también en el literal. Sin necesidad de comprar sus libros (que también los tienen, y son tan buenos como sus blogs) o de pagar un curso para conseguir sus apuntes (que también lo hacen).
Y con esto también se exponen, cosa que no hay que menospreciar.
Pensadlo: cuando yo entro en clase y me pongo a hablar, me expongo ante una media de 20-30 alumnos, más o menos. Además, lo habitual (aunque en FP puede pasar de todo) es que tus alumnos sepan menos del tema que tú, con lo que si metes la pata, lo sabes tú (o no), y ya depende de tu criterio buscarte la vida para arreglarlo. Lo lógico es que lo hagas, pero depende de ti. Pero en la mayoría de los casos, digamos que la probabilidad de que te saquen los colores es baja, si te lo trabajas lo suficiente.
En el caso de la gente que divulga, eso no es así. Desde el momento en que deciden subir sus artículos a la red, se arriesgan a que cualquiera pueda contradecir públicamente lo que explican (con o sin razón).
Tened en cuenta que, cuando hablamos de fabricación y control de alimentos, seguridad alimentaria o nutrición (materias todas ellas que imparto en clase, y me encantan), el entorno es completamente cambiante. Desde la normativa hasta la tecnología, pasando por lo que se sabe en un momento determinado, desde el punto de vista científico (que no siempre es igual, lo que se sabe, quiero decir). Y se convive continuamente con una nube de desinformación inmensa que está en todas partes y llega a todo el mundo, ya sea desde la familia (todos tenemos un familiar que sabe más que tú, aunque hayas estudiado Ciencia y Tecnología de los Alimentos), o desde los medios de comunicación, que ahí hay para escribir un libro, o varios.
Y hay gente escribiendo de todos los estilos, desde gente muy seria y muy rigurosa, hasta personas que se lo toman con mucho humor, y que son una risa, pasando por personas que escriben una entrada a partir de una anécdota sin importancia, y te dan una clase de etiquetado, seguridad alimentaria, tecnología de los alimentos, o lo que sea, así como si nada.
Así que este curso, yo he empezado de forma distinta a lo que hago habitualmente: lo primero que he hecho ha sido pasar a los alumnos una lista de blogs o webs a seguir (si quieren), con sus cuentas de redes sociales incluidas. Y ¿sabéis qué? Algunos de mis alumnos los siguen (sorpresa), y les encanta. Y vienen a clase muy puestos en algunas cosas, y me envían enlaces por correo, y comentamos cosas en clase, y lo utilizamos para discutir. O sea, que funciona. Que se puede ir por otros caminos a donde yo quería llegar. Y a veces llegan ellos solos. A veces, hay diagramas, o gráficos, o entradas, que llevo a clase, y ellos (algunos), lo han visto ya en su casa. Porque quieren.
No sustituye totalmente a lo que hacemos normalmente en clase, tenemos un temario que cumplir, pero de verdad que ha cambiado en parte la forma que tengo de abordar las clases. Y sólo por eso, merecía la pena.
Y ahora lo tengo más que claro, cristalino, el que no comparte, pierde. Mucho más de lo que piensa.